Por Jorge Ladino Gaitán Bayona
(Profesor de literatura de la Universidad del Tolima,
Doctor en Literatura de la Universidad Católica de Chile,
jlgaitan@ut.edu.co)
Hayden White señala que, en tanto la representación de una cosa no es la cosa misma, la historia es una construcción discursiva que teje su trama y produce sentido desde procesos imaginativos y una dimensión tropológica. El texto histórico es un artefacto literario. No existe oposición plena entre historia y literatura puesto que “historiadores y novelistas desean lo mismo: proporcionarnos una imagen verbal de la realidad” (White, 2003, p. 18). La conciencia de tal fenómeno y los desarrollos estéticos e historiográficos en el siglo XX –particularmente la Escuela de los Anales- han facilitado que escritores e historiadores originen cruces intertextuales y ejercicios imaginativos que antes no eran tan riesgosos. A nivel literario, los novelistas se permiten una “relectura crítica y desmitificadora del pasado a través de la reescritura de la historia” (Pons, 1996, p. 16), la afectación de la memoria colectiva y la construcción de un espacio donde tienen cabida lo marginal, lo subalterno y lo que antes era excluido o silenciado. La Nueva Novela Histórica Latinoamericana “no cancela la historia sino que redefine el espacio declarado como “histórico” por la tradición, la convención y el poder, postulando y configurando en su lugar las historias híbridas que tratan de imaginar otros tiempos, otras posibilidades, otras historias y discursos” (Perkowska, 2008, p. 42).
En algunas obras de la Nueva Novela Histórica Latinoamericana donde se da la revisión crítica del pasado se presenta una pronunciada “textualidad histórica del discurso narrativo” (Ainsa, 2003, p. 88). Documentos históricos son incorporados al relato literario para brindar una sólida urdimbre ficcional y una mirada nueva frente a hechos pretéritos. Justamente este juego intertextual sustenta el universo narrativo de Benhur Sánchez Suárez1 en su novela Buen Viaje, General, publicada por Caza de Libros en el 2010. En dicha obra, además, se detectan otras características que la ubican dentro de la Nueva Novela Histórica: carácter metaficcional; manejo de tiempos simultáneos; multiplicidad de puntos de vista sobre un fenómeno o personaje en cuestión; relectura y cuestionamiento del discurso historiográfico; focalización de lados ocultos de la historia y de héroes a los que se desacralizan; incorporación de hechos fantásticos, entre otras.
A lo largo de las 323 páginas de la novela se entretejen planos narrativos, tiempos y textualidades para cuestionar, por un lado, las crueldades, abusos de poder y errores estratégicos de rebeldes liberales y gobiernistas conservadores durante la Guerra de los Mil Días entre 1899 y 1902; guerra que es vista en dolorosa comparación con otros sucesos bélicos de Colombia en décadas recientes. Por el otro lado, el texto ficcional desmitifica a Tulio Varón Perilla (1860-1901), uno de los líderes de las guerrillas liberales en el departamento del Tolima durante el conflicto mencionado, “un héroe, para algunos, y asesino para otros, como ha sido considerado Tulio Varón en el imaginario regional” (Vargas Celemín, 2010, p. 6-A).
De las entronizaciones a Tulio Varón dan cuenta discursos de políticos liberales como Alberto Santofimio Botero, Rubén Darío Rodríguez y tantos más, libros como El guerrero heroico de Álvaro Cuartas Coymat o El guerrillero de “El Paraíso” de Carlos Eduardo Jaramillo. Existe un busto del guerrillero liberal en la calle quince con carrera quinta en Ibagué con la inscripción “defensor incansable de las ideas democráticas y protagonista célebre de las guerras civiles”. Adicional a ello, su nombre ha servido para identificar un barrio en Ibagué, colegios del Tolima y hasta un frente de las FARC. La obra de Benhur Sánchez, como Nueva Novela Histórica, desestabiliza dichas imágenes construidas desde la memoria conmemorativa para que se desvanezca la leyenda y se instaure el ser humano en sus ideales, afectos, vida familiar, pero también en sus fracasos y horrores: “los héroes inmortalizados en mármol o bronce descienden de sus pedestales para recobrar su perdida condición humana” (Ainsa, 2003, p. 11).
Hay que tener en cuenta que la concepción de héroe detectable en varias creaciones literarias y periodísticas de Benhur Sánchez no es aquella en la cual un hombre valiente otorga un aura a su nombre en medio de combates, a costa de la sangre de sus enemigos o de quienes siguen sus pasos. Otra es la visión de Benhur Sánchez al respecto, quizás cercana a la de John Lee Carré, quien expresara en varios de sus escritos: “Hay que tener temple de héroe para ser sencillamente una persona decente”. El héroe sería no el que encumbra su imagen sumando muertos, sino aquel, muchas veces anónimo, que enaltece la vida en su trato generoso con los demás, no tranzando con ningún tipo de violencia por más justa que diga ser la causa y aportando a la cultura desde su trabajo honesto, el arte, la educación, la ciencia o el deporte.
A nivel argumental, en Buen Viaje, General se presenta a un escritor y científico social que es asediado por el fantasma del guerrillero liberal tras un ejercicio de relajación propuesto por su pareja sentimental (Gloria Stella, psíquica y astróloga), irónicamente en las vacaciones navideñas del 2008, en una finca de Alvarado-Tolima: “Soy el General Tulio Varón –se presentó-. Soy Comandante de la Columna Ibagué y hago parte de los ejércitos revolucionarios liberales del Tolima. Quiero saber si mis hombres triunfaron en Ibagué y qué tanto se logró después con la victoria” (Sánchez Suárez, 2010, p. 92). El escritor recorre los pasos de su personaje en varios pueblos del Tolima y debe rastrear ya en el nuevo año 2009 la biografía del guerrillero en libros y fuentes diferentes, recurriendo incluso a la ayuda de un experto en el tema: el historiador Camilo Pérez Salamanca, quien en el relato, a semejanza de mitos, cuentos populares y novelas maravillosas, opera como una “figura que representa la fuerza protectora y benigna del destino” (Campbell, 2006, p. 72), pues sus consejos y archivos históricos posibilitan la aventura; en este caso la escritura como viaje, en definitiva, la construcción de una novela donde hay “polifonía interdisciplinaria” (Ainsa, 2003, p. 34).
La novela maneja no una óptica reverencial sino crítica y sustentada en documentos. La ficción, criatura antropofágica que devora lo externo para fortalecer el cuerpo propio según el modernismo brasilero, se da el lujo de incorporar en sus capas textuales decretos presidenciales durante la Guerra de los Mil Días, intervenciones y manifiestos de los liberales rebeldes, artículos de prensa de la época, pero también recientes que dan cuenta de la sobrevivencia y los peligros de un nombre entronizado: textos periodísticos que hablan de la pobreza y delitos en el barrio Tulio Varón, uno de los de mayor problemática social en la capital tolimense; los crímenes y fracasos militares del frente Tulio Varón de las FARC. Estos textos incorporados a la ficción –de comprobada existencia en hemerotecas o internet- no se reducen a un copiar y pegar, tan frecuente en algunas escrituras postmodernas que se contentan con el simple escamoteo. Por el contrario, ellos acentúan en la ficción la visión desencantada del escritor frente a las actuaciones de liberales y conservadores durante el siglo XIX y XX, el robo de tierras en Colombia, la corrupción y delitos de cada poder de turno en la historia nacional, las amenazas a la libertad de prensa, los desplazamientos forzados y atentados contra la vida por varios actantes armados, entre otros flagelos. De ahí la mordacidad con que se increpa al fantasma para decirle que pequeña resultó la Guerra de los Mil Días y sus cien mil muertos comparados a lo padecido en décadas recientes:
Será posible que la de ahora sea la guerra de los cincuenta años para los historiadores del futuro? Piénsalo bien. Es decir, la guerra de los Dieciocho mil doscientos cincuenta días. ¿O la de los sesenta años, General? ¿Alcanzaremos a llevarla a los setenta? ¿O quizás a un siglo? ¿Tú qué crees? ¿En cuántos años estará establecida la marca mundial, el Guinness Records? La tuya fue de tres años o del mil días, que en realidad fueron mil ciento veintiocho, General, la nuestra ya lleva más de doce lustros. Te vamos ganando hasta en el número de muertos, en cantidad de masacres y en pueblos destruidos” (Sánchez Suárez, 2010, p. 52).
A su modo, Buen viaje, General es una novela-ensayo donde narración y reflexión van de la mano. Allí cobran una enorme relevancia las digresiones en torno a la tradición de sangre y sevicia en Colombia. Es una novela sobre la violencia, sus raíces históricas y sus metamorfosis en el tiempo. Cómo no recordar acá los versos de Alberto Vélez en su poema Voces de Baguí donde metaforiza las fuerzas históricas que obligan al escritor a contar su país con un tono y un lenguaje afín a las desgracias referidas: “Heredados la sangre. Guerra y muerte heredamos:/ un claro cuchillo de venganza;/ un ojo avizor en la mitad de la frente;/una lengua ácida. No hemos desde entonces/ encontrado reposo” (Vélez, 2007, p. 117).
Es bien conocido que “bajo la presión de la historia y de la tradición se establecen las posibles escrituras de un escritor dado” (Barthes, 2006, p. 24). La paradoja es que quien intenta exorcizar la muerte al introducirla en su discurso ficcional no siempre siente que la belleza estética lo redime de sus fantasmas y preocupaciones: La no justificación estética de los males, en contravía a lo postulado por Mallarmé. No todas las veces la literatura que nominaliza malestares alcanza el duelo; en muchas ocasiones se queda en la melancolía, ese “terrible sol negro” del que habla Nerval en varios de sus poemas. Imposibilitada, por ende, la utopía, se da es la distopía u “utopía en sentido negativo” (Secreto, 2008, p. 47). Una curiosa situación es la que aflora entonces: “la escritura, libre en sus comienzos, es finalmente el lazo que encadena el escritor a una historia también encadenada” (Barthes, 2006, p. 46).
El relato ficcional del autor huilense, en todo caso, por más que presente un alto acerbo probatorio (archivo histórico y periodístico), no descuida la fabulación -hechos fantásticos y esotéricos- y los recursos estéticos para envolver al lector. Para evitar la monotonía que da la gravedad del tema y los peligros de una narración lineal, Benhur Sánchez estructura su relato en varios niveles que se alternan armónicamente:
- El presente del personaje-escritor a través de un narrador en primera persona que relata sus vacaciones, experiencias psíquicas y búsqueda de información sobre Tulio Varón.
- Los consejos y advertencias de Camilo Pérez al escritor para el tratamiento de fuentes históricas y la comprensión de acciones que se repiten en Colombia.
- El relato en primera persona de Tulio Varón sobre sus convicciones liberales, amor por su esposa Cleotilde y sus seis hijos, pero también su odio a los conservadores y su gusto por el combate: “Es en el fragor de la lucha cuando mi espíritu se exalta y experimento una fortaleza distinta que me produce esa extraña felicidad” (Sánchez Suárez, 2010, p. 198).
4. Un relato en segunda persona del escritor al fantasma contándole lo que sabe de su existencia y la situación del país tras su muerte. Traza la cronología del guerrillero, el modus operandi de la Columna Ibagué, la forma como él y sus hombres convirtieron una herramienta de trabajo como el machete en un arma espantosa que desmembraba a sus enemigos aún cuando éstos estuvieran dormidos, los cinco triunfos en línea de la columna durante la Guerra de los Mil Días y su derrota cuando se anhelaba un sexto tomándose a Ibagué. Esta última acción no sólo era suicida por tratarse de un tercer intento, según el Código de Maceo (un manual de guerra de guerrillas al que atendía el revolucionario tolimense), sino también carente de refuerzos y de disciplina militar en la tropa liberal pues se cometió el error de ir al centro completamente ebria. El mismo Tulio habría de caer embriagado tras un disparo de un francotirador, rematado en su ley, a machete, perdiendo la cabeza y sus testículos cerca a la plaza de Bolívar un 21 de septiembre de 1901.
Adicional a los cuatro niveles enunciados habría uno más, de carácter interdisciplinar, integrado por los archivos históricos y periodísticos que, efectivamente, son relatos sobre la nación, sus problemáticas y flagelos sociales. Desde aquí se permite un pacto ficcional verosímil en tanto “el contexto se configura gracias al apoyo documental. Ello implica la utilización de una suma de textos múltiples y un adecuado procedimiento de estructuración novelesca en el cual la intertextualidad resulta de gran importancia” (Ainsa, 2003, p. 89).
La última creación ficcional de Benhur Sánchez tiene tanto de Nueva Novela Histórica como de cronología y biografía novelada. Es una prosa que, sin descuidar la forma artística, habla desde las heridas y la angustia de saber que el país puede cambiar bandos en conflictos y hasta sus armas (del machete a la motosierra) pero sigue repitiendo crueldades e injusticias. La ficción que se piensa a sí misma en Buen viaje, General, cuestiona aquellos libros (cuya bibliografía se puntualiza al interior del texto) que enaltecen hombres a la altura de héroes como si la guerra fuera un asunto de trofeos. Por ello aborda a Tulio Varón, no como una figura legendaria, sino como un ser humano en sus debilidades, esperanzas, aciertos y desaciertos, un hombre fruto de las guerras de Colombia en el siglo XIX, que, en todo caso, funciona como una suerte de espejo de otros hombres y otras guerras del país en el siglo XX y XXI.
¿Qué tanto tiene el presente del pasado? Acaso una posible respuesta la otorgue una de las reflexiones metaficcionales del personaje-escritor, la cual insinúa que aunque pueda exorcizarse de ese fantasma individual que lo acedia (Tulio Varón), no podrá hacer lo mismo con ese otro fantasma, mucho más sanguinario y cruel, que es la violencia a lo largo de toda la historia colombiana, una violencia multiforme, social, política, económica y militar, como un monstruo de varias cabezas:
“Tecleo sin parar, como si mi fantasma me dictara las palabras. Es el mismo mundo nuestro con las mismas penurias e idénticas tragedias, retrato ampliado de aquella patria boba. Río abajo van las muecas de angustia de los muertos para que el agua borre por completo la huella de sus vidas. Para que los culpables sientan que son el poder sobre la tierra y nada los detenga en su festín macabro” (Sánchez Suárez, 2010, p. 258).
Nota explicativa
- Benhur Sánchez Suárez es un pintor, gestor cultural y escritor nacido en Pitalito, (Huila, Colombia) en 1946. Ha publicado las novelas La solterona (1969, finalista en el prestigioso Premio de Novela ESSO en 1968), El cadáver (1975), A ritmo de hombre (1979), La noche de tu piel (1979), Venga le digo (1981), Memoria de un instante (1986), Así es la vida, amor mío (1996), Victoria en España (2001), El frente inmóvil (2007) y Buen viaje, General (2010). A nivel cuentístico se encuentran sus libros Los recuerdos sagrados (1973) y Cuentos con la Mona Cha (1997). Ha publicado los libros de ensayo Narrativa e historia (1987), Identidad cultural del Huila en su narrativa (1994) y Esta noche de noviembre (1998). Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, alemán e italiano. Además, ha ejercido el periodismo cultural y sus obras pictóricas han sido expuestas en diversos museos. En la actualidad tiene una columna de opinión los miércoles en El Nuevo Día, el periódico de los tolimenses, periódico en el cual orienta los domingos la sección Facetas, cultura al día.
Referencias bibliográficas
Ainsa, Fernando. Reescribir el pasado, historia y ficción en América Latina. Mérida-Venezuela: Ediciones El otro, el mismo, 2003.
Barthes, Roland. El grado cero de la escritura. Nicolás Rosa (trad.).México: Siglo XXI Editores, 2006.
Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras. Luisa Josefina Hernández (trad.). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006.
Perkowska, Magdalena. Historias híbridas: la nueva novela histórica latinoamericana (1985-2000) ante las teorías postmodernas de la historia. Madrid: Editorial Iberoamericana, 2008.
Pons, María Cristina. Memorias del olvido, la novela histórica de fines del siglo XX. México: Editorial Siglo XXI, 1996.
Sánchez Suárez, Benhur. Buen viaje, General. Ibagué: Caza de libros, 2010.
Secreto, Cecilia. La travesía de los géneros: el espacio de la reescritura. En: Literatura y (pos)modernidad, teorías y lecturas críticas; Cristina Piña (ed.); Buenos Aires: Editorial Biblos, 2008, p. 87-119.
Vargas Celemín, Libardo. Desacralización de Tulio Varón. En: El Nuevo Día, el periódico de los tolimenses, martes 17 de agosto de 2010, p. 6-A.
Vélez, Alberto. Voces de Baguí. En: La casa sin sosiego, la violencia y los poetas colombianos del siglo XX; Juan Manuel Roca (ant.); Bogotá, Taller de Edición; 2007, p. 117.
White, Hayden. El texto histórico como artefacto literario. Verónica Tozzy y Nicolás Lavagnino (trad.) Barcelona: Ediciones Paidós, 2003.
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Para efectos de citación, favor tener en cuenta cualquiera de estas dos publicaciones impresas:
Gaitán Bayona, Jorge Ladino (2011). “La nueva novela histórica en Buen viaje, general de Benhur Sánchez Suárez”. Aquelarre, Revista del Centro Cultural, Universidad del Tolima, primer semestre 2011, No, 20, Ibagué, p.p. 244-249.
Gaitán Bayona, Jorge Ladino (2011). “La nueva novela histórica en Buen viaje, general de Benhur Sánchez Suárez”. Hojas Universitarias, Revista de la Universidad Central, No. 65, Julio-Diciembre 2011, Bogotá, p.p. 35-39.