jueves, enero 05, 2012

VIOLETA SE FUE A LOS CIELOS: ENTRE EL HOMENAJE Y LA TRIVIALIDAD


Por Jorge Ladino Gaitán Bayona

(Profesor de la Universidad del Tolima,

Doctor en Literatura de la Universidad Católica de Chile,

jlgaitan@ut.edu.co).


La “viola chilensis”, el “árbol lleno de pájaros cantores” (2010: 199), como definiera a su hermana Nicanor Parra en su poema “Defensa de Violeta Parra” (incluido en Otros poemas, 1950-1968), fue llevada al cine en el 2011 bajo el título Violeta se fue a los cielos, cinta de 110 minutos de duración. Ha obtenido reconocimientos nacionales e internacionales, además de ser la representante de su país para el Oscar a mejor película extranjera del 2012. Su director es Andrés Wood, destacado cineasta chileno, conocido por películas como Historias de fútbol (1997), El desquite (1999), La fiebre del loco (2001), Machuca (2004) y La buena vida (2008).

Sobre Violeta Parra (1917-1967), figura clave de la música popular latinoamericana cuyos temas han sido interpretados por Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Fito Páez, León Gieco y múltiples cantantes, se han hecho homenajes desde las artes plásticas, la literatura, el teatro, la música y la televisión (el documental suizo Violeta Parra, bordadora chilena, filmado en 1964 y emitido en 1965). Desde el cine no se había efectuado una película sobre su vida y obra. Obviamente es importante que en la pantalla grande se focalice a una mujer fundamental en la historia latinoamericana no sólo por sus canciones (cargadas de poeticidad, de sabiduría popular y agudos cuestionamientos a la miseria y represión a que se ven abocados los pueblos de su país y el sur del continente), sino también por su labor de rescate del folclore -la fundación del Museo Nacional del Arte Folklórico Chileno en 1958 en Concepción y de La Carpa de la Reina en las afueras de Santiago en 1965- y sus exposiciones de arpilleras, esculturas en alambre y óleos. Con relación a lo último, la cinta resalta con acierto que fue la primera artista latinoamericana en tener una exposición individual en el Museo de Artes Decorativas del Palacio de Louvre en París (1964).

Se destaca en la película su factura técnica, el astuto entrecruzamiento de diversos planos y tiempos, la fuerza que brinda en la banda sonora las mismas canciones de Violeta Parra y ciertas reflexiones sobre el arte que nace del dolor. Es estratégica para que nuevas generaciones se vean tentadas a conocer el legado de una artista a la que Pablo Neruda dedicaría sentidos versos en su poema “Elegía para cantar” (1970): “En vino alegre, en pícara alegría, /en barro popular, en canto llano, /Santa Violeta, tú te convertiste, /en guitarra con hojas que relucen/ al brillo de la luna, / en ciruela salvaje/ transformada, / en pueblo verdadero,/ en paloma del campo, en alcancía” (recurso web). No obstante, el riesgo de los homenajes y de situar los productos estéticos en la esfera de la memoria conmemorativa es que los tonos de exaltación y de “genialidad” terminan trivializando la complejidad de los seres (sus cualidades pero también sus angustias y defectos), las coordenadas de sus contextos históricos y los aportes de sus compañeros de ruta. En este aspecto, es cuestionable que la presencia de Nicanor Parra sea tan pasajera, e, incluso, pueril: el niño sentado junto a Violeta que en la escuela no puede silbar una tonada y sus compañeros de curso se ríen (la historia real –no la de la película- habría de demostrar que el joven que no sería cantante como muchos de sus familiares, silbaba de otro modo; la lírica habría de revolucionar porque, en vez de la grandilocuencia de la poesía, prefería el humor y la lúcida coloquialidad de la antipoesía). El film borra la importancia que ocupó el hermano, desdeñando lo expresado por Violeta Parra en varias de sus entrevistas. Ella, quien hizo música a varios versos de Nicanor, resaltó en Agosto de 1958 cómo a nivel familiar los consejos más atinados venían del antipoeta:

Musicalmente yo sentía que mis hermanos no iban por el camino que yo quería seguir y consulté a Nicanor, el hermano que siempre ha sabido guiarme y alentarme. Yo tenía veinticinco canciones auténticas. El hizo la selección y comencé a tocar y cantar sola. Después me exigió que saliera a recopilar por lo menos un millar de canciones. “Tienes que lanzarte a la calle —me dijo—, pero recuerda que tienes que enfrentarte a un gigante, Margot Loyola” (“Violeta Parra, hermana mayor de los cantores populares. En: Revista Musical Chilena, Agosto de 1958. http://www.violetaparra.cl/).

La película flaquea no sólo en la borradura de la impronta de Nicanor Parra en las formaciones culturales de Violeta, sino también en la manera como Chile se reduce a un cúmulo de imágenes sobre la cueca, los pájaros, el vino, la vida rural, el folclore, sin que se recree con suficiente atino sus conflictos políticos y la doble moral de una élite a la cual la artista dirigía sus dardos en sus composiciones. De la arrogancia de las altas clases sociales queda apenas en pantalla una escena donde la cantautora que ofrenda una pequeña velada a distinguidos señores y damas, por más que se le reconozca sus triunfos en el exterior, se le desdeña por “campesina” e “india” cuando no se le invita a la mesa principal sino a comer en la cocina (factor que, por supuesto, ella rechaza en abierta defensa de la dignidad del artista). Hay, además, demasiada dulzura en la cinta y efectismos que podrían resultar cargados de obvio dramatismo (la escena del suicidio mientras suena un canto de la chilena donde el gavilán destroza a la sufrida gallina).

A pesar de que no es una mala actuación la de la escogida para el papel protagónico (Francisca Gavilán), las deficiencias del guión le restan gravedad a un personaje de tanta complejidad como Violeta Parra, la real, no la imagen mediática del film. No es casual que, en medio de fervores patrioteros, premios y bombos de la farándula, las críticas más fuertes a la realización cinematográfica provengan de la propia familia de la artista, donde son evidentes las tensiones entre varios de sus miembros. Nicanor Parra, quien se niega a ver la película, afirmó en una entrevista del 3 de diciembre de 2011 a El Mercurio que el título, aparte de empalagoso, no era el apropiado en correspondencia al pasado de la artista y que hubiese sido mejor que se titulara “La Violeta Parra”, en tanto, el artículo “la” es el que se “estila en los barrios pobres donde crecieron. Él era 'el Tito'; Roberto, 'el Roberto', y Violeta, 'la Violeta” (recurso web). Cuando el entrevistador le replica que la película de Andrés Wood respeta el título del libro en el que se basa: Violeta se fue a los cielos, de Ángel Parra (hijo de Violeta), el antipoeta responde: “El Angelito es un buen niño, pero se enredó en las alfombras burguesas. ¿Entiendes eso o no?” (recurso web). Tita Parra, nieta de la cantautora, publicó la reseña “Una Violeta que no se lava, ni se peina ni se baña”, en la cual cuestiona el manejo de estereotipos, el irrespeto de reducir lo rural a lo sucio (una Violeta que, por pasajes, luce desaliñada en su presentación personal) y el que no se haya hecho justicia con la vida de la artista:

Faltó profundidad en la dualidad pasión y dulzura, rabia y alegría, profundidad y finura que es parte esencial de la Violeta, tal como se puede apreciar en sus letras, en su obra visual, en su música (…) El contexto social y político de la época es pasado por alto completamente, como si en aquellos años sólo se tratarse de un Chile lleno de tierra y de ahí uno se sube a un avión en Europa. Mucho trabajo para el próximo cineasta que se atreva (“Una Violeta que no se lava, ni se peina ni se baña: Apreciaciones de Tita Parra sobre la película Violeta se fue a los cielos”, http://www.violetaparra.cl/”).

Aunque cada película sea el punto de vista de un director y la ficción no tiene por qué tener correspondencia exacta con hechos y personajes históricos, el film, al pretender ser una biografía, se queda corto en sus alcances y en su verosimilitud. Incluso se contraría porque si presenta a Violeta como una rebelde que desafía el orden patriarcal, no es creíble que en escena su suicidio luzca apenas como una consecuencia de un desengaño amoroso y no como una derivación de una melancolía que le venía de lejos, que se hace latente en sus canciones y que tiene que ver, tanto con reflexiones profundas sobre el sentido de la existencia, como también con un desencanto por el destino político de su país.

Quizás aquellos que desconocen la impronta de la artista se vean motivados por la cinta a indagar en sus creaciones y así descubrir que su figura tiene más aristas que las mostradas por el séptimo arte. Sin embargo, aquellos que crecieron con sus canciones o que han leído de un arte latinoamericano que no da la espalda a su contexto preferirán otras miradas, distintas a Violeta se fue a los cielos. Acaso para estos últimos resulten más humanos y sugestivos los versos de Joaquín Sabina en su canción “Violetas para Violeta”, la “Defensa de Violeta Parra” de Nicanor Parra, el poema “Elegía para cantar” de Pablo Neruda o las lúcidas palabras en París (1964) del escritor Pablo de Rokha en “Violeta y su guitarra expresa”:

La gran placenta de la tierra la está pariendo cuotidianamente, como a un niño de material sangriento e irreparable, y el hambre milenaria y polvorosa de todos los pueblos calibra su vocabulario y su idioma folklórico, es decir, su estilo, como su destino estético y no a la manera de las categorías. Por eso es pueblo y dolor popular, complejo y ecuménico en su sencillez de subterráneo, porque el pueblo es complejo, sencillo, tremendo e inmortal, como sus héroes, criado con leche de sangre… (http://www.violetaparra.cl/).



REFERENCIAS


PARRA, Nicanor (2010). Parranda larga, antología poética. Santiago de Chile: Alfaguara.

NERUDA, Pablo (19 de Enero de 1970). “Elegía para cantar”. En: Violeta Parra (sección documentos). http://www.violetaparra.cl/


PARRA, Nicanor (entrevista del 3 de Diciembre de 2011). “un tinto con Nicanor”. En: El mercurio, Santiago de Chile. http://buscador.emol.com/vermas/El%20Mercurio/Magazine/2011-12-03/79250f36-a7f1-4085-a509-97e147b21eab/Un_tinto_con_Nicanor/


PARRA, Tita (diciembre de 2011). “Una Violeta que no se lava, ni se peina ni se baña, Apreciaciones de Tita Parra sobre la película Violeta se fue a los cielos”. En: http://www.violetaparra.cl/


PARRA, Violeta (Entrevista de Agosto de 1958). “Violeta Parra, hermana mayor de los cantores populares”. En: Revista Musical Chilena, http://www.violetaparra.cl/


ROKHA, Pablo de (1964). “Violeta y su guitarra expresa”. http://www.violetaparra.cl/



TRAILER DE LA PELÍCULA





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Para efectos de citación tener en cuenta la publicación impresa:

Gaitán Bayona, Jorge Ladino. "Violeta se fue a los cielos: entre el homenaje y la trivialidad". En: Facetas, Cultura al día, de El Nuevo Día; Ibagué, Enero 15 de 2012, pp. .2-3.

LA POESÍA COMO CONTRACARA DE LA VIOLENCIA COLOMBIANA EN LOS VELOS DE LA MEMORIA, DE JORGE ELIÉCER PARDO RODRÍGUEZ

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