domingo, junio 03, 2012

EN LA POSADA DE BABEL: LAS FLORES OSCURAS DEL POEMA Y DEL DESEO



Por Jorge Ladino Gaitán Bayona
(Integrante del Grupo de Investigación en Literatura del Tolima de la Universidad del Tolima
Doctor en Literatura de la Universidad Católica de Chile,
jlgaitan@ut.edu.co).


Gilbert Durand en Las estructuras antropológicas de lo imaginario señala que la revalorización de los imaginarios nocturnos  en la poesía occidental, gracias al legado de prerrománticos y románticos, ha permitido a los poetas abrevar en su inconsciente, auscultar recuerdos y ensoñaciones para dar a su creación estética una sustancia “más inefable y misteriosa” (1981: 209). La noche es “el reino mismo de la sustancia, de la intimidad del Ser. Tal como Novalis la canta en el último Himno, es el lugar donde esmaltan el sueño” (p. 209). Bajo su potestad, los poetas se arrojan a insólitas metáforas, conmocionan al lector con imágenes cuya belleza escapa a la fácil asimilación. Es la  “oscuridad deliberada” de la que habla Hugo Friedrich en La estructura de la lírica moderna, la que a veces sólo otorga “la salvación por medio de las formas” (1974: 54). Formas que, en todo caso, se permiten fundir el gusto por la escritura con la angustia de la existencia, ritual del poema en “esa hora en que el horror y la belleza celebran sus esponsales” (Gutiérrez, 2011: 16).
Justamente la noche con sus misterios -sus sonidos y conjunciones entre erotismo y miedo- es la que teje y desteje Luis Eduardo Gutiérrez en su libro de poemas En la posada de J. Babel (2011), el cual se estructura en dos partes en las que existen vasos comunicantes: “Migraciones” y “Relación de viajes de Jeremías Babel a su editor”.  Esta bella edición de la Fundación Común Presencia en su colección “Los conjurados” ofrece 52 poemas en prosa y verso del escritor ibaguereño, con insertos a color en papel esmaltado de la obra pictórica de Sergio Trujillo Béjar. En la posada de J. Babel había sido Mención Única del Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura de Colombia en el 2010, cuyo jurado estuvo integrado por Eduardo Chirinos, Elkin Restrepo, Juan Felipe Robledo, María Baranda y Ramón Eduardo Cote. Previamente su autor había obtenido Premio Nacional del Concurso de Poesía Eduardo Cote Lamus (2007) por el libro Los Cuadernos de Franz (publicado en  2008), Mención de Honor en el Concurso Nacional de  Cuento Ciudad de Bogotá 2002 y Mención del Concurso Nacional de Poesía Antonio Llanos de Cali en 1997. Otros libros de poesía publicados son  Perseguidos por el cielo (1995) y Los espejos de la hidra (2001).
Teodoro Adorno en su Mínima moralia, reflexiones sobre la vida dañada indica: “quien ya no tiene ninguna patria, halla en el escribir su lugar de residencia” (2006: 91). Migración dolorosa y la escritura como morada, son, a propósito, los temas principales de En la posada de J. Babel. Jeremías Babel, su protagonista, refiere en sus cantos seres condenados al peregrinaje, de miradas turbias, tratando de huir de sus desengaños y memorias; a donde llegan la vida les es también dura e inhóspita: “Cansados de comer un fruto seco han escapado/ de territorios de ceniza/ a esta nación de frío” (2011: 27). Unos y otros son espejos culposos que se miran, no en vano, cuando Jeremías observa el cristal descubre el rostro de Caín:


Es un versículo repetido este día.
De nuevo, Caín tendrá manchadas las manos de negras violetas.
Nuevamente huirá  por su laberinto hasta aparecer
en el fondo del espejo en el que me miro,
yo,
J. Babel (p. 47).


Curiosos “versículos” los que se brindan en el poema “Diario del escritor Jeremías Babel”. Las metáforas que aproximan en una imagen dos realidades son, a la vez, atendiendo a Julia Kristeva y Lacan, una figura de identificación: J. Babel es Caín cuando quiere; escribe sobre errantes,  dejando que en él confluya el desterrado de desterrados, la figura más atormentada del Antiguo Testamento: el primer hijo nacido fuera de casa (El paraíso), quien habrá de pagar por siempre la condena de vagar por la tierra con la señal de oprobio en su frente. Ambos encarnan lamento y maldición, son el lado oscuro de la Biblia, ante los cuales la creación poética ofrece otras celebraciones desde la parodia seria: “Una misa celebrada en medio de las ruinas, lejos de nuestras torres vertiginosas” (p. 66).
A malditos, exiliados y suplicantes que buscan “la bendición que los guardará de la peste/ en su errancia por las ciudades arruinadas por vientos/ negros” (p. 30) J Babel les ofrece por un tiempo su posada, su “casa de viajeros” (p. 30). No obstante les advierte que hay horas peligrosas y siervos siniestros: “Mejor no pases al atardecer en busca de este hostal. Desconfía de sus voces. De la tersa amabilidad de su servidumbre. Ellos, al igual que los nuevos huéspedes, fueron engañados por el anillo y la mano enguantada de la Señora que rige la casa de paso” (p. 13).
Si la escritura es morada,  J. Babel reconoce que la suya es “casa de paso”, un lugar incómodo, una belleza que duele y pone en entredicho la catarsis; por eso al que llega no lo llama huésped sino “desastrado”  (p. 30). Sus metáforas tienen el sello de la melancolía, la noche que traga y no perdona, ese “sol negro” exaltado por Nerval en sus poemas.  A sus versos los denomina “flores oscuras” (p. 58) o “frutos secos” (p. 31).  ¿Qué otra cosa le queda a J Babel a pesar de saberse sitiado? La “Segunda carta de Babel al editor” indica:


Escribo por su  encargo con la pluma de un cuervo en
la pared
del insomnio.
Mi casera ha atado mi mano derecha
con una cuerda.
Escribo a pesar de todo  –estos poemas- y el aire
de la habitación
se ha constelado de murciélagos” (p. 45).


 Extraña redención y condena la de la voz poética: poemas que nacen del dolor y lo perpetúan, poemas que él ofrenda a Berenice, el otro sujeto primordial en el libro de poemas de Luis Eduardo Gutiérrez. Ella es, finalmente,  el erotismo en medio de la huida y del miedo. Cuando los poemas no le bastan para sanarse –no siempre la escritura es morada- J Babel sabe que, en un punto exacto del invierno y la noche, lo aguarda Berenice; así se lo confiesa ella en la primera de “Dos cartas de Berenice a Jeremías Babel”.

Mi cuerpo, hostal que abre las puertas en las noches
de invierno,
te espera con la hoguera encendida. Ah de las ventanas que
cantan y del aire sonoro  que recorre mis patios blancos,
como si hábiles manos repasaran
todos los objetos. Mi cuerpo –hostal de infamias-
te espera, Jeremías Babel, con su insignia de fiebre” (p. 17).



REFERENCIAS


Adorno,  T. (2006).  Mínima Moralia, reflexiones sobre la vida dañada.  Madrid: Taurus.
Durand, G. (1981).  Las estructuras antropológicas de lo imaginario. Introducción a la arquetipología general. Madrid: Taurus Ediciones.
Friedrich,  H. (1974).  La estructura de la lírica moderna, de Baudelaire hasta nuestros días.  Barcelona: Seix Barral.
Gutiérrez, L. (2011). En la posada de J. Babel. Bogotá: Común Presencia Editores.

viernes, junio 01, 2012

UN SORPRENDENTE LIBROS DE POEMAS


Por Benhur Sánchez Suárez

La historia que se olvida trae como consecuencia la repetición inútil y muchas veces catastrófica de fórmulas que no logran soluciones y nunca llegan a la verdad.
En realidad este es el panorama en que nos debatimos, como una patria boba permanente en la cual los colombianos nos matamos unos a otros en pos de ideales confusos mientras se mantienen incólumes en su poder y su riqueza los mandamases históricos de siempre.
De ahí que el olvido sea la fórmula más socorrida de anestesia colectiva para mantener sometida a una sociedad como la nuestra, siempre arribista, sin conciencia, más proclive a la corrupción, al robo y al despojo, que a la convivencia pacífica donde se incuba el progreso de los pueblos. Por eso nuestro atraso en todos los órdenes.
Pero resulta que esta realidad de horror vuelta mercancía, que se tapa con escándalos, prostitución y vandalismo, tiene un escape que no permite que pase impune y, de paso, da testimonio de su existencia: La Literatura.
La Literatura y el Arte son los únicos que preservan a la sociedad, impiden que desaparezca, mantienen sus coordenadas como faros y hacen que las atrocidades, engaños y traiciones nunca se olviden.
Y en este caso, la poesía. Porque el libro Buzón de naufragios, de Jorge Ladino Gaitán Bayona, es precisamente como una bofetada a esta sociedad engañada y olvidada de su historia. Son casi gritos o alaridos, poéticamente pronunciados, que llaman la atención al lector. Es, en verdad, un sorprendente libro de poemas.
“Perdonarás la lluvia, / el país eligió su invierno queriendo ahogarse / y la historia saca la cabeza sin importar el río y su revuelta. / No intentes sacarla, / siempre anda húmeda de sangre y estiércol, / de líquidas gramáticas y próceres poetas, / putica de falsas genealogías bajo un cielo de paraguas negros. / ¿Qué importa la historia? /  A veces juega a arrojar el sol por un rato / y uno sale igual con su abrigo y su tristeza”.
Este poema, por ejemplo, bajo el título de “Perdonarás la lluvia”, logra ejercer el poder de revolver la conciencia con un lenguaje preciso y sugerente. O, por lo menos, inquietarla.
Pero la poesía no soluciona nada. Sólo resume bellamente a una frase todo el horror y la sinrazón del mundo.
Y si, la poesía nos sirve de exorcismo, bien claro nos lo indica la presentadora del libro (María Aparecida Rodrigues Fontes): “Para Jorge Gaitán traer a la luz las tablas del hastío, ese universo de persecución y tristezas, consiste en ajustar las cuentas con la historia y con el pasado traumático”.
Y para nosotros implica no olvidar para no repetir. 
Una bella forma de conciencia.
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Publicado en: El Nuevo Día, el periódico de los tolimenses, sección Opinión, p. 6A, Miércoles 30 de Mayo de 2012. El vínculo web es:


DATOS DEL AUTOR

Benhur Sánchez Suárez es un pintor, gestor cultural y escritor nacido en Pitalito, (Huila, Colombia) en 1946. Ha publicado las novelas La solterona (1969, finalista en el prestigioso Premio de Novela ESSO en 1968), El cadáver (1975), A ritmo de hombre (1979), La noche de tu piel (1979), Venga le digo (1981), Memoria de un instante (1986), Así es la vida, amor mío (1996), Victoria en España (2001), El frente inmóvil (2007) y Buen viaje, General (2010). A nivel cuentístico se encuentran sus libros  Los recuerdos sagrados (1973), Cuentos con la Mona Cha (1997) e Historia de los malos tiempos (2012). Ha publicado los libros de ensayo Narrativa e historia (1987), Identidad cultural del Huila en su narrativa (1994),  Esta noche de noviembre (1998) y Mi ejercicio de la reflexión (2012). Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, alemán e italiano. Además, ha ejercido el periodismo cultural y sus obras pictóricas han sido expuestas en diversos museos. En la actualidad tiene una columna de opinión los miércoles en El Nuevo Día, el periódico de los tolimenses

Bunbury - De todo el mundo (Vive Latino 2012)

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