Bienvenidos al blog de Jorge Ladino Gaitán Bayona, escritor en formación y doctor en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Integrante del Grupo de Investigación en Literatura del Tolima y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad del Tolima. Aquí la literatura, el cine y la música entrelazan sus misterios.
miércoles, noviembre 27, 2013
sábado, noviembre 16, 2013
EL CARÁCTER INACABADO DE LA NOUVELLE EN SOLEDAD PARA DOS, PREMIO XXX CERTAMEN LITERARIO INTERNACIONAL ARGENTA 2013
Por Jorge Ladino Gaitán Bayona,
Profesor de la Universidad del Tolima,
Integrante del Grupo de Investigación en Literatura del Tolima,
Doctor en Literatura de la Pontificia Universidad
Católica de Chile,
En
la nouvelle, “género a caballo entre
el cuento y la novela propiamente dicha” (Cortázar, 1971, p. 406), a veces se
encuentra que la historia narrada abarca apenas un cuadro de la vida donde interviene
una situación difícil que pone a prueba la astucia y moral de los
protagonistas. En este tipo de relato breve puede presentarse un final inacabado,
en tanto da la impresión de que “la nouvelle
no está terminada” (Shklovski, 2002, p. 132). Se trata de un “final ilusorio”
(p. 132) en el cual, más que focalizarse
las acciones de los personajes, se cierra con la primacía del paisaje:
“Habitualmente son las descripciones de la naturaleza las que dan la materia de
esos finales ilusorios” (p. 132).

En
Soledad para dos interviene como
protagonista Anastasia, periodista cartagenera y exreina de belleza. Ella toma
el riesgo de entrevistar en inmediaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta a
un comandante de la guerrilla, quien busca mandar un mensaje al gobierno. Para
llegar a la zona propuesta por el revolucionario hace un viaje en una
deteriorada avioneta. Una tormenta obliga a aterrizar de emergencia en medio de
la sierra. Anastasia y el astuto piloto que evita la tragedia (Jerónimo) deben caminar largas horas hasta el sitio del
encuentro. La adrenalina de enfrentar lo desconocido y los avatares de la
supervivencia aproximan lentamente a los personajes, al punto de compartir sus
hondos desencantos por el sadismo de la violencia
en Colombia y una cama en una cabaña abandonada. El final inacabado se da
porque el narrador extradiegético elige cerrar el relato con el encuentro
erótico de Anastasia y Jerónimo, en vez
de indicar si efectivamente se logró la entrevista con el comandante
guerrillero; es como si, ante los horrores de la guerra y las excusas de
quienes se autoproclaman redentores, fuera
preferible el goce de los sentidos.
La
ambigüedad y erotismo del final se instauran con expresiones ligadas al agua.
Esta tiene un “don íntimo” (Bachelard, 1993, p. 247) en el que interviene la
fluidez del lenguaje y del deseo: “Olía a paja húmeda, a mar mezclado con
sudor, a río brincando entre piedras musgosas” (Restrepo Galeano, 2013, p. 48).
La frase da cuenta del erotismo con sus
levantamientos de prohibiciones (las de la guerra y del matrimonio). Carácter
líquido que entraña liberación, diálogo de soledades, ruptura con las seguridades de lo cotidiano
(un hogar con un esposo cariñoso y rico),
catarsis de cuerpos que se entregan uno al otro en vez de prestarse a
los propósitos de los actantes bélicos,
apertura a la incertidumbre donde el lector ni siquiera sabrá si la decisión de
los amantes es dejarlo todo en el recuerdo de una noche o continuar porque en el cierre de la nouvelle prima, no tanto la descripción de las acciones puntuales
de seres humanos, sino la voluntad de la naturaleza: “Delante, oculto por uvas
de la playa, cedros azotados por el viento, el océano. El oleaje que producía
el río al batallar con el mar, los guiaba. Del lado izquierdo Buritaca.
Adelante, en el horizonte, el cielo azul, el mar azul, el río azul. No había
costuras entre ellos. Todo horizonte líquido para contener otro horizonte
líquido” (p. 48).
La
naturaleza ocupa un papel fundamental en
Soledad para dos. Es descrita
con recurrencia a partir de la acumulación de metáforas, símiles, anáforas, enumeraciones
y otras figuras retóricas pues, al fin de cuentas, entre ella y los personajes
opera un juego de espejos donde los estados del alma tienen una conexión
profunda con lo que pasa en el paisaje. En esa atmósfera bucólica los elementos
están dotados de gestos que repiten actos humanos como se descubre en
prosopopeyas de este tipo: “la fuerza del agua peinando piedras y azotando el
silencio” (p. 31). Dicho lenguaje
poético entraña un desafío puesto que posibilita la belleza y el fluir
de la historia narrada, pero también puede llevar a momentos donde la descripción exuberante de la naturaleza hace
que, en ciertas escenas, se sature de idilios el relato.
El
idilio y la exuberancia del lenguaje se quiebran (dando una nueva fuerza a la nouvelle) cuando el narrador da paso a
los diálogos de los personajes. Estos reflexionan cómo lo que contemplan maravillados
en la sierra está ajeno a la mayoría de colombianos por culpa de hombres que
hacen lucir peligrosas las montañas con el “aspaviento de las armas” (p. 32).
El relato se carga de país cuando los protagonistas lanzan sus dardos a
guerrilleros, paramilitares, políticos y hasta religiosos que se “disfrazan de
apóstoles, de santos” (p. 33) para manipular conciencias, conseguir adeptos y
emprender “cruzadas que al final no son más que búsqueda de poder” (p. 33). Lo espantoso es que las fuerzas en conflicto
terminan hermanándose cada vez que
llegan a puntos de barbarie en los que olvidan sus horizontes
ideológicos y disfrutan con los desplazamientos, miedos y muertos que dejan a
su paso: “Pequeños dioses, y sus sacerdotes, que se deleitan y se excitan con la humareda del holocausto, con el
olor de la sangre, con el mugido estentóreo de la vida acorralada” (p.
40). Subyace en el texto narrativo de
Jairo Restrepo Galeano la idea de que la
obsesión de vencer a un enemigo convierte al sujeto en lo que más odia, bien lo advirtió Nietzsche
en Más allá del bien y del mal: “Quien
con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo” (1983,
p. 148).
La
nouvelle de Jairo Restrepo Galeano no
cae en panfletos ni simpatías por izquierdas o derechas totalitarias. Anastasia
y Jerónimo ponen en entredicho el concepto de héroe; no creen en redenciones
sociales ni caminos donde sangres y muertos justifiquen que los nombres de los
combatientes deban instalarse en la memoria colectiva. Es una ficción donde
late el escepticismo político y el juicio crítico contra la violencia y sus
eufemismos: “Entonces nos detendrán, dirán ellos; nos secuestrarán, diremos
nosotros” (p. 37). Se pone al banquillo
la historia de un país corrupto de mentalidad aún inquisitorial (como la España
contrabarroca que lo conquistara) donde muchos operan con la vieja consideración de que “lo
que no está conmigo, está en contra mía” (p. 42) y todo vale por una causa en
la que irónicamente se destruye lo que se dice proteger: “Me desconcierta saber
que el hombre inmola al hombre para defender al hombre” (p. 41).
En
Soledad para dos (2013) el autor
tolimense logra que fondo y forma se
unan en su carácter inacabado. Inacabado es el final donde el narrador guarda
silencio frente a la suerte de sus protagonistas e inacabada es la violencia de
Colombia cuestionada en las 50 páginas de una nouvelle en la que se funden la agilidad del relato, los recursos
poéticos y las agudas reflexiones sobre el conflicto armado. El narrador erotiza
la naturaleza y el lenguaje afirmando la idea borgesiana de que sólo existe una
justificación estética de los males y que los horrores de la historia solamente
se entienden cuando derivan en arte, pues, como bien lo señaló Mallarmé, “el
mundo existe para llegar a un libro” (citado por Borges, 1960, p. 40).
Referencias
Bachelard, G. (1993). El
agua y los sueños. Bogotá: Fondo de Cultura Económica.
Borges,
J. L. (1960). Otras inquisiciones.
Buenos Aires: Emecé Editores.
Cortázar, J. (1971).
Algunos aspectos del cuento. Cuadernos
hispanoamericanos (255), revista mensual de cultura hispánica, Madrid, p.p.
403- 416.
Nietzsche, F. (1983). Más
allá del bien y del mal. Barcelona: Ediciones Orbis.
Restrepo Galeano, J.
(2013). Soledad para dos. Buenos
Aires: Editorial Argenta.
Shklovski, V. (2002). La construcción de la nouvelle y de la novela. Teoría de la Literatura de los formalistas
rusos. Jakobson, Tinianov,
Eichenbaum, Brik, Shklovski,
Vinogradov, Tomashevski y Propp. México:
Siglo Veintiuno Editores, p.p. 127-146.
miércoles, noviembre 06, 2013
“DESPIERTA DE UNA VEZ”: PALOSANTO DE ENRIQUE BUNBURY
Por Jorge Ladino
Gaitán Bayona
(Profesor de la
Universidad del Tolima,
Integrante de la
Tertulia Tinta de Búho

Varias
canciones del más reciente disco de Enrique Bunbury tienen letras de una
cuidadosa elaboración poética, por ejemplo “Noticias imperiales”, donde se encuentran versos como “riega mis
desiertos / de cuerpo prestado”. En dicha canción pareciera advertir que en las
cosmogonías antiguas hay muchas enseñanzas valiosas para los problemas de
hambre y destrucción de la naturaleza que agobian el presente. De ahí que
invite a revisitar los tiempos del mito y de los rituales aztecas: “…y las alas
de tus pies / de plumas de Quetzal / recaudadas en ofrendas”. Para el artista español, en vez de las épicas
que han hecho “de la historia un fraude”, es primordial romper con los nacionalismos
y no olvidar cuanto horror provocaron los Cortés, Aguirre, Pizarro, Fujimori o
Pinochet; todos ellos apellidos monstruosos a los que se hace el ajuste de
cuentas en la canción “Hijo de Cortés”: “No me digas hijo de Cortés / no digas
más palabrotas / que Moctezuma jamás se vengó / de este vuestro hermano sincero
o idiota”.
Resulta
fundamental resaltar que la belleza de Palosanto
se funda en la embriaguez sonora de sus canciones: el rock se enriquece con
elementos sinfónicos y hasta el góspel
de un trio de mujeres. Su belleza posibilita, a la vez, una reflexión sobre la historia (el eco de los
horrores de la Conquista y las dictaduras en Suramérica) y un presente donde
las manifestaciones y protestas se toman las calles para denunciar múltiples
crímenes económicos, sociales y culturales de la globalización. Justamente el primer
tema del disco se titula “Despierta” y en él –como lo sugiere igualmente el
video musical- es necesario romper con una vida zombi que repite en el confort
de la casa lo que dicen los aparatos titilantes (televisores y tecnologías que
ponen la virtualidad por encima de la experiencia): “Despierta de una vez /
respira / y bébete el aire”. El mismo Bunbury ha reconocido que durante la
composición del álbum las expresiones rebeldes estallaban en varias geografías:
En los tres años en los que
estuve escribiendo el material que configura este álbum, el hartazgo y
alienación llevó a jóvenes y no tan jóvenes, a salir a la calle a manifestar el
descontento y desencanto, en México, España, Chile, Colombia y USA. En Grecia, en Túnez, en Inglaterra y
en tantos otros lugares del mundo, simultáneamente. Intenté hacer un disco
social y dar voz a un sentimiento general, pero he vuelto a hablar de mí mismo
y de cómo lo viví y sentí. Divido el álbum en dos partes: La primera,
musicalmente más digital y tecnológica, abarca el inicial entusiasmo, el
cinismo de algunos, la desesperación y negatividad de otros y la lógica
conclusión de que ninguna revolución triunfó sin derramamiento de sangre. La
segunda, musicalmente más orgánica, es la mirada hacia el interior: el verdadero
cambio sólo es posible en un círculo mínimo de amistad o de pareja, la validez
y actualidad de la cosmogonía indígena, y la conclusión final de que el
verdadero cambio empieza y acaba en uno mismo y que todo cambio, o es
verdaderamente espiritual, o no lo es (Bunbury,
Palosanto: un modelo de ovni vintage de los cincuenta,
2013).
Palosanto, el
octavo álbum de estudio en solitario del cantautor nacido en Zaragoza en 1967,
es el fruto depurado de un artista que no olvida su condición de
intelectual. Por eso sus quince
canciones no carecen de contexto, de malestar social, lectura trágica del mundo y grito para dar
vuelo otra vez a la rebeldía, tal como señala en “El cambio y la celebración”:
“Muere un poco / para nacer mejor / de un parto doloroso / es el cambio y la
celebración / te guía la luna / y te alimentas del sol”. Ellas están cargadas
de gestos reflexivos; son una suerte de arte poética pues invitan a crear canciones
que estén llenas de pasos, de caminos, de historias donde el sujeto individual
se reconozca como sujeto colectivo, tal como advierte en “Prisioneros”: “Las
grandes canciones / son las que necesitamos / al ritmo sincopado / de las
suelas de tus zapatos”.
Referencias
Bunbury,
E. (2013). Palosanto. Ocesa.
Distribuido por Warner Music Colombia.
Bunbury,
E. (2013). Palosanto: un modelo de ovni vintage de los cincuenta. Página
oficial de Enrique Bunbury. Recuperado de: http://www.enriquebunbury.com/
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Esta
reseña figura también en la página oficial de Enrique Bunbury. Ver acá:
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