Por Jorge Ladino Gaitán Bayona
Profesor de Literatura de la
Universidad del Tolima, Colombia
jlgaitan@ut.edu.co
El
silencio no siempre es la muerte del lenguaje. Muchas veces dice más que las
palabras. Está cargado de misterio, peligro y protesta. Su ubicación
estratégica en un texto literario puede elevarlo a planos sugestivos de la
belleza y evitar los lugares comunes, melodramas y burdos lamentos, a la vez,
obliga al lector a llenar de sentidos lo que el autor ha ocultado. Antón Chejov
resalta: «Cuando escribo, confío
plenamente en que el lector añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que
faltan al relato» (2005, p. 11). Ernest Hemingway señala en sus
reflexiones sobre el principio del
iceberg en la literatura: “En una narración vale tanto lo que se dice como
lo que se calla” (2002, p. 28). Franz Kafka advierte: “Las sirenas tienen un
arma más terrible que el canto: el silencio” (2000, p. 321).
El
silencio es una de las armas privilegiadas de Patrick Modiano, Premio Nobel
de Literatura 2014. Dentro de sus obsesiones temáticas figuran la Ocupación de
Francia por las Fuerzas del Eje (1940 – 1944), la búsqueda de la identidad y la
lucha contra el olvido de personajes que tienen la condición judaica. Por la
complejidad de estas cuestiones se pensaría que en sus relatos abundan crímenes
de los nazis, campos de concentración, hondas digresiones sobre el exilio. Sin
embargo, la maestría del autor francés reside en su capacidad de no nombrar
directamente estas barbaries, sino hacerlas sentir en las atmósferas de sus
novelas. Le importa auscultar el miedo y sus consecuencias en las conciencias
de sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, cuyos ojos siguen encallados en
el pasado. Como resalta Norma Ribelles Helin, “el espectro del Holocausto surge
de cada una de las novelas de Modiano, pero siempre inesperadamente y, sobre
todo, sin ser nombrado de manera explícita” (2005, p. 86).
Los aspectos antes mencionados se abordarán a
partir de una aproximación crítica a dos novelas del Patrick Modiano: La calle de las bodegas oscuras, publicada
originalmente en 1978, ganadora del Premio Goncourt; y Reducción de Condena, cuya primera edición en francés fue en 1988. Previamente se ofrece al lector una breve
información sobre el autor, debido a que parte de su biografía es refigurada en sus relatos.
Patrick Modiano, el
Catoblepas
Patrick
Modiano (1945), a diferencia de recientes Premios Nobel de Literatura (Tomas
Transtömer, Mo Yan y Alice Munro), no era un nombre tan desconocido en el
ámbito latinoamericano. No dependía de que el máximo galardón de las letras
posibilitara su traducción y difusión en castellano. De hecho, antes de anunciarse su distinción el jueves 9
de Octubre de 2014, ya estaba disponible
en bibliotecas y librerías las
siguientes creaciones: Domingos de Agosto,
Dora Bruder, En el café de la juventud perdida, El libro de familia, Un
pedigrí, Tan buenos chicos, Villa triste, El horizonte, Las
desconocidas, Viaje de novios, y otra decena de títulos. Es famoso por la Trilogía de la Ocupación, integrada por sus tres primeras novelas,
publicadas entre los veintitrés y veintisiete años: El lugar de la estrella (Premio Roger Nimier 1968), La ronda Nocturna (1969), y Los paseos de circunvalación (1972). Expertos
en literatura europea aseguran que su obra –en su mayoría novelas breves- tiene
más peso narrativo que la de Jean-Marie Gustave Le Clézio, el anterior
francés en obtener el Nobel en 2008.
Modiano nació cuando culminó la Segunda
Guerra Mundial. No vivió la Ocupación de Francia, pero la mayoría de sus
narraciones tienen que ver con ese acontecimiento trágico. La pregunta por los
orígenes y hechos traumáticos que antecedieron su nacimiento se detecta en sus
ficciones. Dichas ficciones tematizan hechos autobiográficos: una niñez difícil
por la ausencia de una madre que mantenía en giras teatrales y un padre que huía
por tener negocios ilícitos y provenir de una familia judío italiana. Esto se
descubre, por ejemplo, en la novela Reducción
de Condena. Es un escritor al que podría compararse con el Catoblepas, “mítico animal que se le aparece a San Antonio en la
novela de Flaubert (La tentación de San Antonio). El Catoblepas es una imposible criatura que
se devora a sí misma empezando por sus pies” (Vargas Llosa, 1993, p. 23). Lo
fundamental es que los hechos autobiográficos -raíz de sus relatos- están en
los intersticios de sus novelas, operan como un “striptease invertido” (p. 22), en tanto “en la elaboración de la
novela, iría vistiendo, disimulando bajo espesas y multicolores prendas forjadas por su
imaginación aquella desnudez inicial, punto de partida del espectáculo” (p. 22).
Además, sus ficciones involucran sujetos colectivos: franceses
judíos que falsificaban documentos para ir a otras latitudes y burlar a la
Gestapo con sede en París; franceses evasionistas que, en vez de la
resistencia, gastaban las horas en fiestas, tertulias y actividades culturales de
temas distintos a su presente histórico. He ahí la importancia de Modiano:
“hace existir lo que la amnesia voluntaria quisiera borrar. Su mérito reside en
ser retro antes que nadie y hablar de la Ocupación cuando todo París sufría las
revueltas de Mayo de 1968. Para él, los Gestapistas de la rue Lauriston eran mucho más reales que las barricadas de la calle Gay-Lussac” (Ribelles Helin, 2005, p.
92).
La
calle de las bodegas oscuras

La
narración en primera persona hace más cercana la angustia del protagonista en
su lucha contra el olvido. La necesidad de una identidad y una memoria sumerge
al lector en el pacto ficcional. Para hacerlo creíble, Patrick Modiano inserta
archivos, informes policiales, registros telefónicos, fichas de datos y
documentos que usan los investigadores. El final, ajeno a aquellas novelas de
detectives donde las preguntas se resuelven, es cercano a la vida de tantas personas
de pocas certezas y demasiadas dudas, aporías y sinsabores en el ansia de
verdades y justicias. Pareciera que de principio a fin el protagonista de La calle de las bodegas oscuras estuviera
marcado por las frases iniciales de la novela: “No soy nada. Esta tarde, en la
terraza de un café, apenas una silueta transparente” (Modiano, 1980, p. 7).
Patrick Modiano logra en su novela que más
allá del universo anecdótico, se sienta con fuerza la desazón de quien, por
culpa de una guerra, ve mutilado su ser cuando lo privan de pasado y afectos. Cuando la migración se debe a causas forzosas
partir es una muerte lenta. El exilio es “un estado discontinuo del ser” (Said,
2005, p. 184), la “grieta imposible de cicatrizar impuesta entre un ser humano y su lugar natal, entre el
yo y su verdadero hogar” (p. 179). Más
trágico aún es la existencia de alguien que debió huir y no puede habitar
siquiera sus recuerdos. Eso hace más contundente la novela. La Segunda Guerra
Mundial dejó al protagonista sin suelo firme para afrontar sus últimos días,
“todo lo ha perdido, poco a poco, sus antepasados, su casa solariega, sus
vestidos, su cuerpo, su rostro y, por encima de todo, ese bien precioso entre
los demás: su propio carácter y, a menudo, su propio nombre” (Sarraute, 1956,
p. 3). Cuando mira una fotografía donde
sale alguien joven que posiblemente es él, visita el sitio de la imagen e
intenta disfrutar cada detalle, cada olor, cada objeto que quizás influenció su
devenir; sin embargo, pronto descubre que siguió pistas falsas y nunca fue de
él ese espacio que disfrutan sus sentidos. Ha resuelto vidas ajenas, pero la
suya se mantiene en un silencio angustioso. Lo que encuentra de su pasado le
genera perplejidades y tristezas.
Reducción
de Condena

Los
castillos y casas que de una noche al amanecer son totalmente vaciadas por sus
ocupantes insinúan al lector las devastadoras implicaciones del exilio, una
“condición de abandono terminal” (Said, 2005, p. 179), del que “nunca se puede
superar su esencial tristeza” (p. 179). La frustración de quienes, ante el
dilema de huir o morir, parten sin la oportunidad de despedirse de personas
queridas. El dolor de los que quedan: amanecer y encontrar que ya no hay hogar
y no están los que enseñaron a amar, jugar y soñar con mejores tiempos. De ahí el
apuro del protagonista narrador por visitar los sitios donde creció y tratar de
responder qué pasaba con sus padres y amigos adultos mientras transcurría su
infancia. Lo único claro era que los alemanes ocupantes prohibían estar en
sitios públicos luego de las 8:00 p.m. El
miedo a la delación siempre estaba en los mayores. A los niños inventaban otras
historias para no preocuparlos en su presente. El ocultamiento de la verdad,
sin embargo, estalla en interrogantes en
la edad adulta, preguntas que, al igual que La
calle de las bodegas oscuras, se convierten en abismos que crecen en la
conciencia de personajes, obsesionados por sus orígenes y pérdidas.
Al protagonista de Reducción de condena la sublimación no alcanza para apaciguar las
heridas. Sus novelas no otorgan la felicidad suficiente para dirigir los ojos
al futuro. No siente que la ficción sea una casa segura. Por más que provenga
de judíos y sepa que “quien ya no tiene ninguna patria, halla en el escribir su
lugar de residencia “(Adorno, 2006, p. 91),
percibe que “al final el escritor no podrá ya ni habitar en sus
escritos” (p. 92).
Apuntes finales
La
búsqueda del pasado y de la identidad son ejes fundamentales en la narrativa de
Patrick Modiano. Los protagonistas de La calle de las bodegas oscuras y Reducción de condena
van a la cacería de recuerdos, pero los pocos que tienen solidez no son una tierra prometida para enorgullecerse, sino arenas
movedizas de la melancolía. En su anagnórisis es fuerte el balance de pérdidas:
padres ausentes; seres queridos que
huyen sin dejar rastro por la amenaza de ser descubiertos en su condición
judía; amores de paradero desconocido en su intento de cruzar la frontera
Franco-Suiza; el miedo durante la Ocupación Alemana. Sobre esta recurrencia temática resultan
iluminadoras las reflexiones del escritor español Enrique Vila-Matas:
Es precisamente
esa precariedad la espina dorsal de toda la obra de Modiano: la obra de alguien
que, aun consciente de la precariedad de sus derechos sobre el pasado,
investiga sobre la luz incierta de sus orígenes, allí donde todo se derrumba,
donde todo vacila… Eso hace de este autor un artista muy potente pero a la vez
frágil, alguien que se mueve en un perpetuo muelle de brumas y que gira siempre
sobre el vacío. De ahí que a veces quedemos hechizados, sin saber en qué punto
exacto del muelle nos encontramos. En todos sus libros lo que nos anima a
seguir es el misterio de su estilo, mientras lo tenebroso parece definirse de
un modo lento, lo que puede producir momentos de desaliento en nuestra
percepción de lo que sucede, como si condujéramos un bólido muy parsimonioso y
sin ninguna visibilidad y sin saber si estamos al borde de una barranco o de
una autopista. Pero eso le da a todo un toque incierto y atractivo (10 de
Octubre de 2014).
Curiosa seducción de la potencia y
la fragilidad. La una del lado de la fuerza narrativa del Premio Nobel de
Literatura 2014: la alta visibilidad de las escenas, su pulso en el lenguaje,
el juego con el tiempo, la solidez de la arquitectura ficcional. La otra
relativa a la existencias de personajes de vidas mutiladas, cuyos pasados
resultan precarios, oscuros y enigmáticos. La carga trágica del contexto
histórico -la Ocupación de Francia por las Fuerzas
del Eje- reposa sobre un tejido narrativo donde
las atmósferas poéticas, las insinuaciones y los datos ocultos evitan que los
relatos caigan en tonos lastimeros. Aunque
el Holocausto, los exilios, censuras y crueldades de los nazis no se nombren
frontalmente, hacen parte de las
atmósferas de La
calle de las bodegas oscuras y Reducción de condena. Se intuyen por el miedo de los personajes. Están sin
estar, finamente insertos en los silencios
estratégicos de las novelas.
Adorno, T. (2006). Mínima moralia. Madrid: Editorial Taurus.
Chejov, A. (2005). Consejos para escritores. Ciudad
Seva, Hogar electrónico del
escritor Luis López Nieves. Recuperado de: http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/chejov02.htm
Kafka,
F. (2000). El silencio de las sirenas. Cuentos completos. Madrid:
Editorial Valdemar, p.p. 321-322.
Hemingway,
E. (2002). Muerte en la tarde. Madrid: Alianza Editorial.
Modiano,
P. (1980). La calle de las bodegas
oscuras. Caracas-Venezuela: Monte Ávila Editores.
Modiano,
P. (2008). Reducción de condena. Valencia-España:
Editorial Pretextos.
Ribelles, Helin, N.
(2005). La atmósfera de la Ocupación Alemana en las novelas de Patrick Modiano.
Çedille, Revista de Estudios Franceses, No, 1,
Asociación de Profesores de Francés de la Universidad Española, p.p. 82-92.
Said, E. (2005).
Reflexiones sobre el exilio,
ensayos literarios y culturales.
Barcelona: Editorial Debate.
Sarraute, N. (1967). La era
del recelo: ensayos sobre la novela. Madrid: Ediciones
Guadarrama.
Vargas Llosa, M. (1997). Cartas a un joven novelista. Barcelona:
Editorial Ariel.
Vilas-Matas, E. (10 de Octubre de 2014).
Modianesca. El País. Recuperado de: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/09/actualidad/1412875260_472898.html
Para citación:
Gaitán Bayona, J. L. (Febrero 2015). Del silencio y otras
muertes en la narrativa de Patrick Modiano, Premio Nobel de Literatura 2014. Contratiempo, revista de cultura y
pensamiento, No. 110, Buenos Aires (Argentina). Recuperado de: http://www.revistacontratiempo.com.ar/gaitan_bayona_modiano.htm