Por Jorge Ladino
Gaitán Bayona
(Integrante de la
Tertulia Tinta de Búho,
Licenciatura en
Lengua Castellana, Universidad del Tolima,
jlgaitan@ut.edu.co)
Escuchar
a Hernán Peláez, especialmente en sus programas El Pulso del Fútbol y Café
Caracol, es dejarse deslumbrar por una memoria prodigiosa que es capaz de
rememorar con calidez jugadores y anécdotas de equipos recientes y pasados del
fútbol colombiano. Pareciera que tuviera en su cabeza un Aleph borgiano: lo ve todo, no olvida los tiempos pretéritos y
establece con tranquilidad conexiones entre el presente y el pasado.
Junto
con su enorme base enciclopédica a nivel futbolístico y musical (recordando
boleros y clásicos cubanos en otro de sus programas insignes, La Luciérnaga), sus radioescuchas
destacan de él que, a diferencia de otros periodistas, es capaz de cuestionar
sin destrozar personas. No le gustan ni alabanzas ni condenas, prefiere las
vías de la reflexión y la crítica argumentada. Por eso, como exaltación en vida
a uno de los íconos de la radio nacional, con más de cuarenta años de
experiencia (la mayoría de ellos en Caracol
Radio), salió el libro Las historias
de Hernán Peláez (2012), escrito por Édgar Artunduaga Sánchez (ganador en
cinco oportunidades del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar).
En
las 182 páginas de Las historias de
Hernán Peláez el lector tiene la oportunidad de conocer la trayectoria del
protagonista, nacido en Cali un 29 de Enero de 1942, y quien, aunque formado
profesionalmente como ingeniero químico (con algunos años de experiencia), ha
estructurado una exitosa trayectoria en el periodismo radial conduciendo programas
con larga duración; no en vano el más escuchado en las tardes de lunes a viernes,
La luciérnaga, cumplió en el 2012
veinte años de emisión. Quienes lo conocen lo llaman “El Rey Midas del
periodismo colombiano”. Es capaz, no sólo de seducir a públicos diversos, sino
de crear alternativas dialógicas uniendo lo aparentemente disímil: su
tranquilidad, inteligencia y sentido de reconciliación, junto con el estilo
punzante y ácido de Iván Mejía en El
pulso del fútbol.
El
atractivo de este libro está en la forma ágil como Édgar Artunduaga cuenta
aspectos relevantes de Hernán Peláez, recurriendo a testimonios de periodistas
y personajes de la vida nacional. Es un texto de varias voces, entre las que
cabe mencionar las de Roberto Posada García-Peña, Guillermo Díaz Salamanca,
William Restrepo, Yamid Amat, Fernando 'El Pecoso' Castro, Jota Mario Arbeláez,
Iván Mejía y Juan Gossaín. Este último señala que “el verdadero mérito de Peláez no radica en que haya sido director,
presentador, conductor, autor de libros o referencia obligada en la Colombia de
nuestro tiempo. Radica en que, cuando abre la boca, la gente le cree (…) Una
especie de notaría pública que da fe de victorias y derrotas, de tardes
gloriosas o de desastres en el marcador, con sus comentarios mesurados y
profundos” (citado por Artunduaga, 2012, p. 178).
Las historias de Hernán
Peláez refiere la trasescena de sus programas, sus viajes a
mundiales de fútbol, la decisión de no volver a los estadios tras el asesinato
de Andrés Escobar, el matrimonio con Beatriz Andrade, su dignidad para encarar
sin quejas mediáticas su cáncer de médula e, incluso, sus desavenencias con el
poder. Se resalta, por ejemplo, su solidaridad con el propio Edgar Artunduaga
cuando las presiones del entonces presidente Andrés Pastrana y el acomodo de la
familia Santo Domingo (dueña de la emisora por la época y a la que interesaba
un aval del Estado para uno de sus multimillonarios negocios) llevaron a la
salida de Artunduaga de La Luciérnaga
y de los espacios de opinión de Caracol;
Hernán Peláez, como señal de protesta por el silenciamiento del periodista
contradictor del gobierno, dejó La
Luciérnaga y sólo retornó cuando había finalizado el mandato de Pastrana.
De los actuales dueños de Caracol Radio,
el Grupo Prisa de España, con el que
ha tenido varias polémicas, el doctor Peláez resalta: “Primero vinieron por el
oro de nuestros indígenas y ahora vienen por nuestra plata, para paliar su
crisis en Europa” (Citado por Artunduaga, 2012, p. 126).
Dos
capítulos entran en consonancia con el título del libro, pues en “Que Peláez
hable de fútbol” y en “Y le tengo más anécdotas...” Artunduaga cede la palabra
a su homenajeado para que cuente varias de sus historias: “A Jorge Enrique
Bermúdez Melo, el papá de Jorge 'El Patrón' Bermúdez, le tenían los remoquetes
de 'Fractura' y el 'Hacha', porque al que no le rompía una pierna, lo dejaba
sentado –de entrada- con un puño en el estómago. Sabiendo que le podrían hacer
lo mismo, usaba canilleras fabricadas con pedazos de tejas Eternit” (p. 132).
Las historias de Hernán
Peláez, aparte de ser un libro ameno que entreteje miradas y
opiniones en torno a la labor y el legado en el periodismo radial del doctor
Peláez, se suma a varios reconocimientos obtenidos por este periodista de
prolífica memoria y acertados comentarios sobre fútbol o situaciones del
acontecer nacional. Como bien indican varios invitados que opinan en el libro,
en un país donde los colegas de gremio se mueven frecuentemente entre envidias,
el nombre de Hernán Peláez Restrepo despierta admiración. Los programas que
conduce en la actualidad tienen alta sintonía (El pulso del fútbol, La
luciérnaga y el Café Caracol). Sus
libros son referencias obligadas en la historia del fútbol colombiano -Nuestro fútbol 1948-1976 (1976) y El milagro del fútbol colombiano (1996).
Su buen ejemplo le han valido reconocimientos como el Premio Nacional de
Periodismo Simón Bolívar en la modalidad “Gran premio a la vida y obra de un
periodista” (2004), el Doctorado Honoris Causa en Comunicación y Periodismo,
otorgado por la Universidad Autónoma del Caribe en el 2011, y la
distinción Abelardo Raidi, otorgada en Guayaquil (Ecuador) por la Asociación Internacional de Prensa
Deportiva de América (AIPS) al Mejor Periodista del 2012.
Referencias
Artunduaga,
E. (2012). Las historias de Hernán Peláez.
Bogotá: Editorial Grijalbo.
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Gaitán Bayona, J. (Enero 6 de
2013). Hernán Peláez: el Aleph del fútbol. Facetas,
cultura al día, El Nuevo Día, el periódico de los tolimenses, p. 2-3.