domingo, junio 06, 2010

EN TORNO A LA CASA DE DOSTOIEVSKY

Por Jorge Ladino Gaitán Bayona

(Integrante del Grupo de Investigación de literatura del Tolima de la UT,

jlgaitan@ut.edu.co)

La casa de Dostoievsky es una bella novela de Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931), ganadora del Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica 2008. Es el tipo de obra que recrea con vivacidad la época chilena y latinoamerica de los años cincuenta a los ochenta. Novela generacional, la denomina el propio escritor, pero también novela de artista en la que pueden verse reflejados muchos poetas del presente, independientemente de la nacionalidad, en tanto ella ofrece un relato cautivante sobre las dificultades, ritos y anhelos de quien traba relación con la creación lírica: la participación en tertulias, la toma de posición frente un canon avasallador; la experiencia del viaje a lugares míticos de la escritura (París); la búsqueda de un estilo; y los encuentros y desencuentros con la política, el amor y la Historia.

La novela tiene el encanto de ser un poderoso retrato de la vida literaria chilena, sin perder de vista el horizonte latinoamericano y universal. El Poeta (cuyo nombre no es precisado en el texto literario) es un ego ficcional que, por un lado retoma la personalidad y obra del vate chileno Enrique Lihn y, por el otro lado, se nutre de la propia biografía de Jorge Edwards (su paso por Europa, su desilusión frente a la Revolución Cubana, la marcha de la Isla tras los excesos de autoridad de Fidel Castro). En sus páginas se evocan con nitidez las rivalidades poéticas entre Pablo de Rocka y Neruda, las realizaciones teatrales de Jodorowsky, la influencia de Mistral, Juan Emar y el grupo Mandrágora, la ciudad de Santiago en los cincuenta, sus cafés, calles antiguas, parques y zonas de encuentro (la misma casa de Dostoievsky era un pequeño refugio de comprobada existencia donde pintores y escritores se reunían a darle rienda suelta a la bohemia y a las discusiones sobre la narrativa rusa y el arte universal). Del mismo modo se aborda el caso Heberto Padilla, que tanto dividió a los intelectuales del continente en torno a las censuras y persecuciones del gobierno cubano a sus artistas. La novela, en su profundo sentido crítico, pasa también cuenta de cobra a la Revolución de Allende y al Golpe de Estado de Pinochet en 1973.

Aunque es bien sabido que Jorge Edwards ha estado cercano a la derecha en los años recientes (su apoyo a la candidatura de Sebastián Piñera, actual presidente de Chile) su novela no es sesgada a nivel ideológico y cuestiona tantos los excesos de la extrema izquierda como los de la extrema derecha. De hecho, hay pasajes de una fuerza notable, justamente los que recrean el miedo y la desesperanza del protagonista bien sea durante el régimen cubano o cuando se toma el poder Pinochet. El lector visualiza los estados de zozobra y desamparo de artistas que sienten en riesgo su vida al saber, por ejemplo, que el Estadio Nacional de Chile se ha convertido en centro de torturas. Por allí se escucha a Víctor Jara, a quien revientan sus manos y matan a culatazos por hacer canciones de protesta. Hay unas coordenadas de tiempo y espacio, al igual que unos referentes concretos (literarios, políticos e históricos) que le dan peso al texto narrativo. No obstante, los lectores que no sepan con exactitud la existencia de los mismos, no quedan excluidos del pacto ficcional, en tanto la novela en sus procesos de refiguración abarca esa realidad exterior y la pone en conexión a la vida del protagonista; es decir, la ficción da los recursos necesarios para la creación de sentido y hace lucir como propios esos referentes históricos. Hay un ansia de totalidad que, además, logra que otros referentes literarios sean absorbidos y tengan validez en la novela de Edwards. Así, el personaje de El paseo ahumada (libro de poemas de Enrique Lihn publicado en 1983 que hace parte del canon literario chileno y latinoamericano), conocido como el pingüino, ocupa un papel primordial en la última parte de la narración. La casa de Dostoievsky celebra a Lihn en una doble vía: refigura parte de su vida en el protagonista poeta y, a la vez, lleva de la poesía a la prosa al pingüino, su personaje insignia, un ser marginal con problemas mentales que tocaba un improvisado tambor a cambio de monedas y que participaba en las revueltas contra el régimen militar.

Hay una enorme base enciclopédica en esta obra de 329 páginas. El juego intertextual es ameno y desata sentidos profundamente críticos frente a las devastaciones de la política. Es una novela de artista donde su protagonista es un poeta al que no sólo le toca elegir entre el cómodo silencio o la denuncia frente a los horrores del poder, sino también entre dos faros poéticos: Pablo Neruda o Nicanor Parra. El personaje opta por el padre de la antipoesía y así labra una obra que se nutre de voces de la calle, seres de la marginalidad, la ironía y el humor que cuestionan el statu quo. La novela seduce además porque no se conforma con presentar los altos dilemas estéticos de un escritor, sino también los que abarcan su relación con la mujer, la familia, la soledad y el deterioro físico. El lector se compenetra con el protagonista, se ríe con sus mordacidades juveniles y sus comentarios demoledores a los textos líricos de sus compañeros, se siente cómplice en sus rituales con el vino en Santiago, Roma, París y la Habana tropical y hasta se duele con su muerte tras el duro cáncer. A nivel tímico la novela atrapa, narrativamente ocurre lo mismo pues hay pulso en la expresión, juegos con los recursos literarios y una escritura depurada en la que son bien logradas las redes entre el ser, la ficción y la historia.

Vale agregar, finalmente, que para el Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica 2008 participaron 557 manuscritos. El jurado fue conformado por la nicaragüense Gioconda Belli, la chilena Marcela Serrano, el argentino Ignacio Iraola y los españoles Álvaro Pombo y Miguel Barroso. La novela fue presentada con el nombre de La ciudad del pingüino. Al recibir el premio (200.000 dólares) afirmó Jorge Edwards: “Es una novela sobre la poesía, los poetas y las ganas de ser poetas, los que no lo éramos, queríamos serlo y todos los demás pertenecían a un fondo gris que no veíamos”. Entre múltiples reconocimientos recibidos por el autor en el pasado están el Premio Cervantes y el Premio Nacional de Literatura. Este destacado cuentista, ensayista y periodista tiene diez novelas publicadas, entre las que figuran Persona non grata (1973), La mujer imaginaria (1985), y El inútil de la familia (2004).


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  Jorge Ladino Gaitán Bayona (Grupo de Investigación en Literatura del Tolima, Universidad del Tolima)     Ponencia del 13 de noviembre de 2...