lunes, agosto 16, 2010

EL TERCER REICH DE ROBERTO BOLAÑO


Por Jorge Ladino Gaitán Bayona

(Integrante del Grupo de Investigación de literatura del Tolima de la UT,

jlgaitan@ut.edu.co)

El Tercer Reich, novela publicada en Barcelona en el 2010 por la Editorial Anagrama, es la última de las obras póstumas que se ha dado a conocer del escritor chileno Roberto Bolaño, nacido en Santiago en 1953 y fallecido en Barcelona en el 2003. Fue escrita en 1989 y en ella se evidencian características que habrían de ser recurrentes en algunas creaciones del autor: el uso del diario como formato de escritura; el carácter metaficcional; la presencia de personajes extremos que cautivan al lector; los nazis y sus mutaciones en diversas latitudes del mundo, no en vano su extraña y fragmentaria novela La literatura nazi en América (1996).

Tratándose de uno de los narradores latinoamericanos más leídos en las dos últimas décadas y de quien se siguen buscando textos inéditos para sacar al mercado, cualquier inquietud del lector frente a la calidad de El Tercer Reich se va desvaneciendo a medida que se sumerge en sus 360 páginas. No sólo se trata de una escritura depurada, sino también gozosa en su principio de incertidumbre, en tanto sus personajes, intensos en sus obsesiones, ocultan la raíz de sus impulsos y aspectos claves de su existencia. No se trata de pensar aquí de que un novelista sea incapaz de perfilar en su totalidad a los personajes, sino, por el contrario, de un autor que juega con lo elíptico y tiene el atributo de no contarlo todo sobre sus egos ficcionales. Una novela como la vida donde hasta los seres más cercanos se dan el lujo de ocultarse, perderse y dejar preguntas sin contestar. Aquí no opera el final conclusivo o por knock out (usando la expresión de Cortázar frente al cuento) pues ni siquiera en sus relatos cortos Bolaño hacia uso del mismo, como se evidencia, por ejemplo, en su libro Llamadas telefónicas (1997).

La novela presenta principalmente las vacaciones en Costa Brava (España) de Udo Berger, un joven alemán de 25 años, aspirante a escritor, campeón en su país de juegos de estrategia en la modalidad guerra y autor de textos al respecto, a quien ocurren hechos extraños que habrán de llevarlo a la desesperación: la muerte, desaparición y encuentro del cuerpo de Charly, un amigo alemán que conociera en Costa Brava y del que poco se sabe; la soledad tras la partida de su novia Ingenborg; la incertidumbre de no saber si dos de sus compañeros recientes de embriaguez y fiesta –carnavalescamente llamados el Lobo y el Cordero- han abusado sexualmente de la novia de Charly o la propia; y finalmente el fracaso, en tanto, jugando Tercer Reich durante múltiples noches, es derrotado por un personaje misterioso y deforme llamado El Quemado. Este último, guardián de patines en la playa, pasa rápido de ser aprendiz a vengador. Había venido de Suramérica -posiblemente de Chile por su semblante y errar melancólico en la playa el 11 de septiembre- y en su condición de exiliado sufriendo las penurias económicas que entraña su difícil trabajo encuentra una suerte de compensación frente a la vida –un pasado nebuloso del que se intuyen torturas y vejaciones de las que derivarían las quemaduras en su rostro y cuerpo- ganándole justamente al campeón de estrategia quien, además de ser alemán, había elegido las fichas correspondientes a las fuerzas nazis en la Segunda Guerra Mundial. Es como si alguien afectado en la vida real por las acciones de un estado represivo encontrara en ese otro plano de la existencia que es el juego la posibilidad de vencer al adversario que representa al más perverso y peligroso totalitarismo. Tras ser derrotado por el Quemado y del regreso no planeado a su país natal –creía que el ganador lo aniquilaría no sólo en el Tercer Reich sino en la vida real- Udo busca otro trabajo y deja de lado la práctica de los juegos de estrategia.

La novela está poblada de sugerencias, índices y silencios. Lo kafkiano hace parte de la escritura de Bolaño. A su modo, esta novela es también una versión de El Proceso donde alguien que considera tener las cartas marcadas frente a su vida es arrojado a una existencia al límite en la que abundan las sospechas pero no las certezas y tras unos personajes visibles se intuye la mano más poderosa de otros: nada se sabe al final cuánto de original tuvo la estrategia montada por el Quemado o si primaron los consejos del esposo de Frau Else, un enfermo terminal experto también en juegos no únicamente de simulación, quien, pese a su condición y a no dejarse ver en plena luz por Udo, sabe de los coquetos de éste con su esposa, se burla, lo intriga fácil y lo desquicia. El campeón se descubre sufriendo un juego laberíntico donde otros jugadores que parecían débiles y enfermos trastocan su psiquis y sus elecciones futuras.

La novela también atrapa porque en varias de las atmósferas generadas como en la configuración de los personajes subyace la experiencia del delirio. Esta última, tal como la explica la profesora Catalina Gaspar en su libro Escritura y metaficción (1996), es la que permite fracturar el principio de lo uno: “De ahí que en ella la locura, la monstrificación, el carnaval, el caos, la alteridad, no son temáticas, estructuras, o artificios narrativos, son instancias de la productividad metaficcional que nombran la travesía, el pasaje a la diferencia. La locura del personaje o narrador, la experiencia delirante, el mal, la castración, el desposeimiento, son umbrales de la transformación significante de la escritura (…) La locura viola la ley de lo “Uno” que se convierte en dos, destruye la semejanza e irrumpe en su seno para nombrar la diferencia. (Gaspar. Caracas: la Casa de Bello, 1996, p. 129).

Uno es el protagonista que se presenta al inicio y otro, muy distinto, el que queda al final del relato. Los seres marginales se desplazan al centro de la ficción para degradar al que victorioso lo ocupaba. Lo que inspiraba compasión se torna siniestro: el esposo de la bella Frau Else. La víctima deviene en verdugo (El Quemado). Lo oculto e irresoluto aniquila la lógica causal y la búsqueda de explicaciones últimas. La misma novela en esa gozosa escritura de lo incierto -tan característica de Bolaño- sabe atrapar tanto por lo que muestra como por lo que oculta, al fin de cuentas a veces el silencio es más certero que las punzantes palabras, bien lo decía Kafka: “las sirenas tienen un arma más terrible aún que el canto: su silencio” (citado por Rella, Franco. El silencio y las palabras. Barcelona: Paidós, 1992, p. 15).

LA POESÍA COMO CONTRACARA DE LA VIOLENCIA COLOMBIANA EN LOS VELOS DE LA MEMORIA, DE JORGE ELIÉCER PARDO RODRÍGUEZ

  Jorge Ladino Gaitán Bayona (Grupo de Investigación en Literatura del Tolima, Universidad del Tolima)     Ponencia del 13 de noviembre de 2...