Por Jorge Ladino Gaitán Bayona
(Profesor de la Universidad del Tolima,
Doctor en Literatura de la Universidad Católica de Chile,
jlgaitan@ut.edu.co).
La
última dictadura militar argentina (1976-1983), sus torturados y desaparecidos,
pero también las dificultades del duelo en las generaciones supervivientes,
sigue siendo revisitada en nuevas voces narrativas. Prueba de ello es Leopoldo
Brizuela (La Plata, Argentina, 1963) con Una
misma noche, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2012, cuyo jurado
estuvo integrado por Rosa Montero, Montxo Armendáriz, Jürgen Dormagen, Antonio
Orejudo, Lluís Morral y Pilar Reyes (con voz pero sin voto). Previamente Leopoldo Brizuela había publicado
el libro de poemas Fado (1995), el
libro de relatos Los que llegamos más
lejos (2002) y las novelas Tejiendo
agua (1985), Inglaterra, una fábula
(1999) y Lisboa, un melodrama
(Finalista del Premio Rómulo Gallegos en el 2011).
En Una misma noche, un
narrador-protagonista (Leonardo Bazán), dedicado a la escritura de ficciones,
da cuenta de cómo un robo en una casa vecina durante marzo de 2010 lo lleva a
recordar, gracias a la similitud de ciertos mecanismos empleados por los
delincuentes en concupiscencia con autoridades oficiales, que en esa misma morada tendría lugar en 1976
uno de los tantos allanamientos de la dictadura que derivarían en ultraje,
tortura y persecución a una voz disidente a los lineamientos del general
Videla. La narración se bifurca entre un presente (2010) y un pasado (1976-1977)
que dialogan, se tocan y se permean en su melancolía. En ambos tiempos el
narrador refiere su desamparo y lo difícil que es burlar el miedo por más que
se intente anteponer la belleza del arte: el niño Bazán que en 1976 se aferra
al piano mientras su casa es ocupada por militares que desde allí aguardan la
llegada de una vecina sospechosa (Diana Kuperman) se ha vuelto escritor y su
primera reacción ante el robo del 2010 es hacer una novela: “Y yo, ¿no había
seguido haciendo lo mismo, cambiando el teclado de mi piano por la máquina de
escribir y después por la computadora, refugiándome en el arte de mentir
mientras los demás matan?” (Brizuela, 2012, p. 163).
El
arte que nace del horror y la idea de que ante los espacios íntimos amenazados
(la casa-la patria) el último refugio es la morada que ofrece la ficción
(planteamiento desarrollado por Teodoro Adorno en su Mínima moralia) laten en Una
misma noche, novela de carácter metaficcional historiográfico en tanto se
cumplen las siguientes condiciones: en sus páginas no sólo se cuentan hechos
históricos, sino también la forma como ellos impulsan la creación literaria; la
ficción desnuda sus mecanismos internos
(los hilos del relato), genera una profunda autoconciencia sobre el
sentido de la escritura y desestabiliza las fronteras entre la ficción y la
historia. Esta última no es vista con nostalgia, sino con rabia, desesperación
y un alto sentido crítico, en tanto acá la metaficción pone a “la historia bajo
sospecha” (Navarro, 2002, p. 210). Esa sospecha lleva a que la ficción no sólo
cuestione los crímenes del dictador Jorge Videla, del comandante de la armada
Emilio Massera y muchos militares durante un periodo sangriento que
eufemísticamente se autodenominara Proceso de Reorganización Nacional, sino
también situaciones reprochables que involucran a un autor canónico de la literatura
argentina: Jorge Luis Borges cenando con Videla y recordando que en su saga
familiar también había militares.
Se
destaca en esta novela de Leopoldo Brizuela tanto su complejidad narrativa con
sus analepsis y prolepsis (los saltos en el tiempo por la forma como la ficción
narra un presente que salta al pasado y que, incluso, por momentos, proyecta un
futuro), como también su forma de comprender el hombre y su historia más allá
de ópticas reduccionistas del bien y el mal. En los juegos desquiciados de la
guerra hasta las víctimas tienen momentos donde ofician como verdugos: Leopoldo
Bazán confiesa que su progenitor era uno de los delatores del régimen (padre e
hijo, con su silencio cómodo, terminarían afectando la vida de Diana Kuperman y
su familia); mientras el narrador protagonista
recorre un museo de la memoria que antes fuera la ESMA (Escuela de Mecánica de
la Armada, el principal centro de tortura y desaparición de la dictadura), no
deja de sentir como ortodoxo el que la guía, al mencionar cómo la organización
guerrillera los Montoneros retuvo y mató al general Pedro Aramburu (durante
1970), en vez de hablar de secuestro y asesinato, opte en forma sonriente por
el término “ajusticiamiento: “-¿Cómo puede ser que en un lugar de muerte se
ironice sobre la muerte? El horror de matar, de tener que matar… El horror que
distingue al revolucionario del perverso… ¿Y qué habilita en cada uno, y en el
mundo, el hecho de matar? ¿Quién puede frivolizarlo sino un idiota?” (Brizuela, 2012, p. 245).
Una misma noche
ofrece al lector en sus 276 páginas una ficción depurada en su lenguaje, rica
en su propuesta metaficcional, en intertextualidades (con la propia literatura
y hasta con archivos históricos) y en
recursos narrativos y técnicos (mapas e, incluso, una página donde las
palabras ceden el espacio a un negro profundamente diciente dando cuenta de
abismos insondables). El lector encuentra en ella una mirada desencantada
frente a la dictadura militar nacida en 1976, uno de los traumas históricos más
vivos de la sociedad argentina con juicios todavía pendientes y crímenes por
aclarar; mirada que, en todo caso, ahonda en las culpas heredadas por las
generaciones recientes y en lo complejo que sería desconocer que, aunque
completamente reprochables fueron los delitos atroces de la extrema derecha con
sus homicidios, expropiaciones de propiedades a contradictores y sus 30.000
desaparecidos, también la extrema izquierda en su lucha contra los excesos del
poder terminó, ocasionalmente, pareciéndosele, ¿Cómo no recordar entonces a Nietzsche?:
“todo aquel que luche contra monstruos, ha de procurar de que al hacerlo
no se convierta en otro monstruo” (1994, p. 98).
LISTA
DE REFERENCIAS
Brizuela,
L. (2012). Una misma noche. Bogotá:
Alfaguara.
Navarro, S. (2002). Posmodernismo y metaficción historiográfica: una perspectiva
interamericana. Valencia: Universidad de Valencia.
Nietzsche, F. (1994). Aforismos. Andrés Sánchez Pascual
(selección, traducción y prólogo).
Barcelona: Edhasa.
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El siguiente es el booktrailer de Una misma noche. Fue hecho por la Editorial Alfaguara (Argentina):