Amigo
siga usted. Aún no empuje la puerta
donde
se asilan los abismos
y
las horas que lastiman la vergüenza de la retina.
Espere
aquí el canto de la agonía
del
próximo prófugo;
aguarde
en esta antesala de la orfandad
donde
cualquier palabra hiere la respiración
y
los labios decretan los olvidos.
Un
día dijimos:
¡Cómo
no encarar este destino
si
somos rocas de los mismos arrecifes!
Ahí
está nuestra condena con su campanario de tedio.
Espere
un poco más.
El
olvido perfora el fruto en la garganta
y la
lengua traza un mapa,
una
mancha de sangre.
Un
dibujo hecho con la voz desleída de nuestra existencia
muestra
el lugar inequívoco
donde
el universo arde en llamas
que
sólo apagan los poemas.
Aquí
estamos a salvo
bajo
el abrigo de esta escritura que nos inventa,
nos
acosa, nos persigue.
Nada
tengo a cambio sólo esta hoja tachada
con
las enmendaduras de mi rostro
que
reclama un puñado de agua.
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Poema
de Esperanza Carvajal Gallego del libro Si mañana el tiempo nos aguarda,
colección viernes de poesía (96), Universidad Nacional de Colombia, 2013, p.
16.