Por Jorge Ladino Gaitán Bayona,
Profesor de la Universidad del Tolima,
En
el ombligo del mundo, como llamaban los Incas a Cusco, nació en 1991 Sieteculebras, Revista Andina de Cultura.
Se han publicado hasta la fecha 32 números, hecho que merece celebrarse, no
sólo porque en Latinoamérica muchas son las revistas que mueren con pocos años
y ediciones ante las dificultades de sostenimiento, sino también porque en sus
páginas se dan cita distintas miradas y expresiones artísticas del Perú y de la aldea global.
Sieteculebras tiene
colaboradores y corresponsales en varios países del mundo. Su director es el
escritor cusqueño Mario Guevara (1956), narrador, guionista de cine, promotor
cultural y autor de los libros El desaparecido (1988); Fuego
del sur, tres narradores cusqueños (1990); Cazador de gringas y otros cuentos (1995); Matar
al negro (2003); y Usted, nuestra amante latinoamericana
(2010).
La
revista, de carácter independiente y sin sesgos ideológicos, recoge cuentos,
poemas y ensayos de autores peruanos y extranjeros. A nivel de crítica
literaria, sus páginas están abiertas a reflexiones juiciosas de las propuestas
estéticas tanto de autores contemporáneos de trascendencia, como también de
aquellas voces emergentes que generan otros encuentos con la belleza y que,
muchas veces, son invisibilidades por la
academia y el mercado.
El
reciente número 32 (del 2012) ofrece a sus lectores una valoración estética que
hace el escritor Mario Wong del Movimiento
Kloaka, creado en Lima en 1982 y cuyos aportes en búsquedas de lenguajes y
renovaciones temáticas han sido claves para la lírica peruana (texto titulado
“Kloaka, 30 años forever”). Figuran también allí los ensayos “Sendero Luminoso:
la lucha armada en la narrativa peruana contemporánea” (de Lancelot Cowie), “Alberto Mostajo, un poeta de culto”
(de Wilmer Kutipa Luque), “Jorge Amado y el arte de unir estética y política:
en el centenario de su nacimiento” (de Alfredo Herrera Flores), “El complejo de
Merlín y el mito de la reconciliación en La
hora azul de Alonso Cueto” (de Mario Suárez Simich), “Autarquía literaria,
el caso de la revisa La Sierra” (de
José Agustín Haya de la Torre).
A
nivel de creación aparecen el cuento “Ese es mi hijo” de Roberto Vergaray
Arias, la crónica “El poeta herido” de Roberto Martín Cháves y los poemas
“Retrato de mi padre” (de Mario Guevara Paredes), “Del lado de acá”, (de Carlos Henderson en trributo
a la vida y obra de Julio Cortázar) y “Filoso amor” (de Luis Vargas Cereceda).
Es
de resaltar en el número 32 un dossier en homenaje a Carlos Fuentes, con
ensayos de Luis Bero, Mario Pantoja, Miguel Ángel Quemain y Rafael Ojeda. Este
último, en su texto titulado “La aventura de Montparnasse: Carlos Fuentes cerca
de Vallejo”, hace una bella evocación de
la vida cultural que se ha dado en Montparnasse, barrio histórico de París
donde queda ubicado un célebre cementerio del mismo nombre, donde reposan las
tumbas de César Vallejo y de Carlos Fuentes (quien está cerca a los restos de
sus hijos Carlos y Natasha Fuentes Lemus).
Veintidós
años de persistencia han hecho que, número tras número, Sieteculebras sea una de las revistas claves en la vida cultural
del Perú, con una emergente proyección internacional gracias al esfuerzo de su
director, el escritor Mario Guevara Paredes. Su ejemplo es valioso, incluso,
como prueba de que desde las regiones –ajenas al centralismo de las capitales- se
puede generar dinamismo cultural conectado lo local con lo universal.
Para
efectos de citación:
Gaitán Bayona, Jorge Ladino.
Sieteculebras: una revista para celebrar. Facetas, cultura al día, de
El Nuevo Día, el periódico
de los tolimenses.
Ibagué, Junio 2 de 2013, p.p. 2-3.